miércoles, 9 de febrero de 2011

No todo se puede medir...

Yo me encontraba en aquella noche sin límites, frente a un tiempo imposible de calcular, pero que se podría medir en una eternidad. Me derrumbaba hacia los lados, como un péndulo que marcara mi vaivén, una sintonía anacrónica del compás, un sentido que desvirtuaba todo lo vivido, un ansia, que me hacía despojarme de todo lo pensado. Sentirme un estúpido o un desdichado. Alguien que mira un horizonte hacia dos lados, y no descifra porque los números juegan tanta importancia. Trazados por un calendario, que quema los bocetos de los días, del segundo, de sus milésimas, y de todo aquello que no se puede medir.
Ficción, es la composición. Una estructura de cimientos ya inertes, que despojaron tantos pétalos, como pensamientos que caben en un ramo. Mostrando una verdad a la que hay que hacer caso, ya que es una verdad real, aunque desenfocada. Una verdad que como una puerta, el tiempo abrirá lentamente para poder salir, y cerrar de un gran portazo, para darte cuenta, que ya no estas…

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