En el sueño encontraban el reposo a sus fatigas.
A el sin embargo, la fatiga se convertía tenuemente,
En un dolor intenso.
No un daño físico, sino mas bien espiritual.
Le dolía el alma,
Como el corazón de una manzana roída por gusanos.
El camino se estaba transformando con un sutil brillo,
Apenas descifrado anteriormente.
Una mutación que quemaba las fibras
De la soga, en la que colgaba, su día a día.
Lo mas sufrido, estaba por venir,
Y era juicioso,
Ya que él mismo era el mal.
El mal, que encarnaba la sed,
Producida por la niebla que le aislaba.
La resignación,
Con lo que la sombra de las dudas le podría obsequiar,
Una silueta tan espeluznante,
Como el grito del corazón de la manzana.
Su propia sombra era su mayor temor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario